Derrama sus lágrimas de queso por las mejillas de cristal, contándome acerca de sus amores con los cuáles no puede estar. Llora y llora, rie y rie, en nuestra propia fiesta, nuestro propio bar, solo los dos, en mi cama, nadie más.
Se queda dormida en mi regazo, suspirando en mi cuello, besándolo. Siento su ternura, percibo con mis manos los cráteres de su cara, siento como se entumece, al presionarla con mis brazos, con mi cuerpo.
De repente, llega una estrella a mi lado; con su fulgor, nos despierta, y dirigiéndose a mi acompañante le dice: "Luna, el mar te aclama, los peces te llaman, las estrellas te necesitan, el sol brama, el cielo reclama, y tu no estabas, en ningún lugar, mi amada".
¡Rapidito rapidito! La Luna se levanta, me da un beso espantada y se larga. No se da cuenta, que a larga, volverá a mis brazos, a mi, con toda su pena, sus lágrimas de queso, su color marfil... Con la misma cara larga.
Pedro Pablo Lorca
Ni ganas de darmelas de pseudo escritor...
ResponderEliminarpero me gustó mucho, el final sobre todo.. la luna y su cara larga...
Sigue escribiendo :)
Nos vemos el sábado :B
chau!
Cuento rapido y facil, por ahi un par de palabras manoseadas pero esta bueno ;)
ResponderEliminarSaludos pepa, suerte con el blog :D
Christian.